Es el santo de la juventud. El santo de los obreros, el santo de la alegría, el santo de María Auxiliadora y el santo de muchas cosas más. En el verano de 1815 nacía en Becchi-Piamonte (Italia), de padres humildes pero muy buenos cristianos. Desde muy niño hubo de trabajar duro al lado de su santa madre, la mamá Margarita, para sacar la casa adelante. De su santa madre recibió una profunda educación cristiana y un gran amor a la Virgen María junto con un gran respeto hacia los sacerdotes. Ambas cosas quedaron profundamente impresas en su alma.
Ya desde niño demostró estar en posesión de cualidades nada comunes en todos los sentidos: era simpático, agudo, inteligente, trabajador y muy mañoso con cuanto se proponía. Desde niño y después de joven, pero sobre todo de sacerdote, trabajará tanto que parece casi imposible cómo en sólo 72 años de vida pudo realizar tantas y tan importantes obras. Alguien ha dicho que trabajó él solo más que diez hombres juntos de no cortas cualidades.
Cuando llegaba a Castelnuovo, Asti o Murialdo y algún titiritero atraía a pequeños y grandes durante el tiempo de la Misa o del Rosario, se presentaba él y decía: "Yo lo hago esto sin haceros pagar, tan bien o mejor que él, pero con una condición: Que vengáis después todos conmigo a la Iglesia"... Lo hacía y arrastraba a los espectadores a tomar parte en cuanto en el templo se hacía. Así iba llenando la iglesia de fieles.
Ya dijimos que mamá Margarita admiraba a los sacerdotes. Él los veía demasiado arrogantes y lejanos del pueblo, sobre todo de los niños y decía: "Si yo llego a ser sacerdote, como espero, jugaré con los niños y los querré, les haré cantar y con alegría a todos querré salvar"...
Cuando vistió el hábito clerical le amonestó aquella santa mujer que fue su madre: "Puedes imaginarte, hijo mío, la gran alegría que embarga mi corazón, pero, por favor, no deshonres nunca este hábito. Sería mejor que lo abandonaras. Cuando viniste al mundo te consagré por entero a la Virgen María; cuando comenzaste los estudios te recomendé la tierna devoción hacia Ella; ahora te encarezco que seas todo de Ella... Si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre su devoción..."
Se ordenó sacerdote el 1841 y desde entonces no paró hasta dar cobijo y digna educación a tantos niños que veía abandonados por las calles.
El rezo de un Ave María hizo el milagro y fue el primer eslabón de esta maravillosa cadena de sus oratorios. Centenares, millares de niños abandonados encontraron calor, educación, comida, vestido y cobijo cariñoso como en su propia casa.
Mamá Margarita y su hijo se desvivían por ayudar a aquellos rapaces que el día de mañana serían buenos padres cristianos, otros sacerdotes y varios Santos, entre ellos santo Domingo Savio.
Hasta le creyeron un poco mal de la cabeza por los "sueños" que llenaban su corazón y su mente en favor de los abandonados...
Obraba milagros, pero siempre era Ella, la Virgen Auxiliadora, quien los hacía. Decía él: "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia —se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863— es una gracia de la Virgen María"... Para continuar su obra en 1857 fundó los Salesianos y poco después las Hijas de María Auxiliadora.
Ellos llevan su espíritu.
Antes de que le llegue su preciosa muerte —31 de enero del 1888— verá su obra extendida por varias naciones del mundo... y hoy es una de las mayores de la Iglesia. Su cuerpo permanece incorrupto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia
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Entre los múltiples talentos que tuvo san Juan Bosco está el de escritor. Por varios años cada mes producía un opúsculo popular para una colección llamada “Lecturas católicas”. Se empeñó en redactar con estilo sencillo y claro para que cualquiera pudiera entender fácilmente. Con ese fin leía los borradores a su madre Margarita, y corregía toda palabra que no comprendiera. He aquí algunos pensamientos simples pero luminosos de este admirable santo.
La vida es demasiado corta
- Hay que hacer de prisa lo poco que se pueda, antes que nos sorprenda la muerte
- Los ociosos, al final de la vida, experimentarán grandes remordimientos por el tiempo perdido
- Las espinas de la vida serán las flores de la eternidad - A la hora de la muerte se ven las cosas desde otro punto de vista - ¿Quieres llevar contigo el dinero a la eternidad? Da limosna a los pobres
- Hagamos el bien que podamos y no aguardemos la recompensa del mundo, sino solamente de Dios
- Un trocito de paraíso lo arregla todo.
Como los santos, Don Bosco vivió en la tierra sumergido en múltiples tareas y aspiraciones, en especial buscaba la promoción de los jóvenes humildes a una vida más digna; pero se notaba siempre que su corazón estaba en la eternidad, en los bienes celestiales que pagarían con creces su trabajo incansable y dedicación total a sus queridos jóvenes.